Imagen de un campo de cultivo en Andalucía.
Raquel Benito 10/03/2012 (06:00h)
“Muy preocupante”, “caótica”, “gravísima”, “insostenible”. Estos son los adjetivos con los que jornaleros y cooperativistas definen la situación del sector agrario en España. El Confidencial ha querido conocer el presente y el futuro del campo español y para ello hemos hablado con la gente 'atada' a la tierra: trabajadores, manijeros, gerentes de cooperativas y secretarios generales de diferentes asociaciones agrarias.
La crisis económica ha convertido el campo en una ‘jungla’, “donde se puede sobrevivir pero no vivir”, asegura Juan Antonio, un jornalero andaluz de 42 años y padre de familia. Junto a él, toda una cuadrilla de trabajadores que comparte circunstancias: “no sabemos nunca cuándo nos van a llamar para venir a trabajar y cobrar… tarde y mal”.
Antonio Perianes, secretario general de la Federación Agroalimentaria de CCOO de Andalucía ha explicado a este periódico las razones que han recrudecido las condiciones laborales del campo. “El sector agrícola es un sector refugio que no ha visto reducida la producción porque la demanda no baja. Esto ha provocado que trabajadores que años atrás habían abandonado el campo para desarrollar su actividad en otros sectores, como la construcción, ahora estén volviendo, provocando un exceso de mano de obra”.
Además, esta vuelta al campo supone que muchos de ellos vean cubiertos los puestos de trabajo por mujeres e inmigrantes, siéndoles imposible reubicarse o haciéndolo a costa del desplazamiento de éstos. Emilio Carnero, manijero de la Vega del Gualdalquivir, advierte a El Confidencial de las tensiones que se producen entre los trabajadores, “no podemos llevar a todos a trabajar y algún día esto va a explotar”. En Almonte (Huelva) “quien quiere ir a la campaña de la fresa tiene que cobrar lo mismo que los rumanos: 35 euros por una jornada de trabajo”, explica un jornalero nacional.
Trabajar en el campo es sinónimo de lucha. Una lucha a la que se suman problemas de fondo: la pérdida de peso en Europa, la escasa cultura empresarial y la falta de relevo generacional en el sector; cuestiones que de no solucionarse pueden condenar al sector agrario de España.

La UE prefiere a Marruecos
La posición del sector agrario español en el seno de Europa se puede resumir en una frase: ya no somos ‘la niña bonita’. El pasado 16 de febrero, la Comisión de Comercio Internacional del Parlamento Europeo votó a favor de la liberalización comercial entre Marruecos y la Unión Europea. Este acuerdo ha puesto en pie de guerra al sector agrario de nuestro país por perjudicar los intereses españoles.
La crisis económica ha convertido el campo en una ‘jungla’, “donde se puede sobrevivir pero no vivir”, asegura Juan Antonio, un jornalero andaluz de 42 años y padre de familia. Junto a él, toda una cuadrilla de trabajadores que comparte circunstancias: “no sabemos nunca cuándo nos van a llamar para venir a trabajar y cobrar… tarde y mal”.
Antonio Perianes, secretario general de la Federación Agroalimentaria de CCOO de Andalucía ha explicado a este periódico las razones que han recrudecido las condiciones laborales del campo. “El sector agrícola es un sector refugio que no ha visto reducida la producción porque la demanda no baja. Esto ha provocado que trabajadores que años atrás habían abandonado el campo para desarrollar su actividad en otros sectores, como la construcción, ahora estén volviendo, provocando un exceso de mano de obra”.
Además, esta vuelta al campo supone que muchos de ellos vean cubiertos los puestos de trabajo por mujeres e inmigrantes, siéndoles imposible reubicarse o haciéndolo a costa del desplazamiento de éstos. Emilio Carnero, manijero de la Vega del Gualdalquivir, advierte a El Confidencial de las tensiones que se producen entre los trabajadores, “no podemos llevar a todos a trabajar y algún día esto va a explotar”. En Almonte (Huelva) “quien quiere ir a la campaña de la fresa tiene que cobrar lo mismo que los rumanos: 35 euros por una jornada de trabajo”, explica un jornalero nacional.
Trabajar en el campo es sinónimo de lucha. Una lucha a la que se suman problemas de fondo: la pérdida de peso en Europa, la escasa cultura empresarial y la falta de relevo generacional en el sector; cuestiones que de no solucionarse pueden condenar al sector agrario de España.
La UE prefiere a Marruecos
La posición del sector agrario español en el seno de Europa se puede resumir en una frase: ya no somos ‘la niña bonita’. El pasado 16 de febrero, la Comisión de Comercio Internacional del Parlamento Europeo votó a favor de la liberalización comercial entre Marruecos y la Unión Europea. Este acuerdo ha puesto en pie de guerra al sector agrario de nuestro país por perjudicar los intereses españoles.
Fernando Marcén, presidente de la Confederación de Cooperativas Agrarias de España (CCAE), en declaraciones a El Confidencial tachaba el acuerdo de “gravísimo” y denunciaba la “falsa solidaridad” de la UE, ya que como también señala Lorenzo Ramos, secretario general de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA), “no se eliminarán las desigualdades sociales de Marruecos, simplemente los ricos lo serán más”. Miguel López, secretario general de COAG también dirige sus críticas a Europa cuando afirma que “hemos cedido nuestra soberanía y están desmantelando nuestro tejido productivo”.
Todas las fuentes consultadas coinciden en el mismo punto: Europa prefiere ahora la importación a la producción. Una preferencia que penaliza doblemente a España puesto que, como denuncian desde la UPA, a los países en vía de desarrollo “no se les exigen las mismas condiciones de seguridad alimentaria que a cualquier país de la UE”. Europa ha dado un giro y parece que España puede dejar de ser la huerta del viejo continente.
La falta de cultura empresarial
El problema del sector agrario no es de actividad sino de precios, ya que son las grandes superficies las que los fijan. Según apunta Perianés, para que las productoras dejen de estar al servicio de las distribuidoras, el futuro del sector agrario debe pasar por conseguir que las cooperativas adquieran capacidad de transformación del producto y comercialización, “lo que generaría un empleo cuantitativa y cualitativamente superior”.
Para ello es imprescindible crear en el campo mentalidad empresarial -sólo entre Andalucía y Extremadura suman el 70% de los trabajadores por cuenta ajena-, que “el sector agrario se concentre en grandes movimientos cooperativos gestionados por los propios agricultores”, matiza Lorenzo Ramos.
Desde la CCAE se reclama que la clase política crea en la importancia del sector y legisle a favor de un correcto reparto de los beneficios, ya que como señala la UPA, “con lo que pagan los consumidores por los productos hay ingresos suficientes para que todos los agentes tengan beneficios equilibrados”.
Un sector sin relevo generacional
El campo tampoco ofrece las condiciones laborales adecuadas como para que la gente quiera mantenerse en el sector. En esta línea opina Pedro Marcos Parra, secretario general de FITAG Andalucía, quien apunta que en esta comunidad, hasta el paso del Régimen Especial Agrario de la Seguridad Social al Régimen General, un trabajador del campo cobraba en su jubilación un 50% menos que los trabajadores del resto de sectores.
Medidas como esta son aplaudidas dentro del sector puesto que de no garantizarse el relevo generacional la consecuencia sería la deslocalización. “No podemos permitirnos dejar marchar a más gente. No encontrarás países desarrollados que tengan a su población concentrada en tres o cuatro ciudades y el resto del territorio prácticamente despoblado”, alerta el presidente de la CCAE.
La falta de cultura empresarial
El problema del sector agrario no es de actividad sino de precios, ya que son las grandes superficies las que los fijan. Según apunta Perianés, para que las productoras dejen de estar al servicio de las distribuidoras, el futuro del sector agrario debe pasar por conseguir que las cooperativas adquieran capacidad de transformación del producto y comercialización, “lo que generaría un empleo cuantitativa y cualitativamente superior”.
Para ello es imprescindible crear en el campo mentalidad empresarial -sólo entre Andalucía y Extremadura suman el 70% de los trabajadores por cuenta ajena-, que “el sector agrario se concentre en grandes movimientos cooperativos gestionados por los propios agricultores”, matiza Lorenzo Ramos.
Desde la CCAE se reclama que la clase política crea en la importancia del sector y legisle a favor de un correcto reparto de los beneficios, ya que como señala la UPA, “con lo que pagan los consumidores por los productos hay ingresos suficientes para que todos los agentes tengan beneficios equilibrados”.
Un sector sin relevo generacional
El campo tampoco ofrece las condiciones laborales adecuadas como para que la gente quiera mantenerse en el sector. En esta línea opina Pedro Marcos Parra, secretario general de FITAG Andalucía, quien apunta que en esta comunidad, hasta el paso del Régimen Especial Agrario de la Seguridad Social al Régimen General, un trabajador del campo cobraba en su jubilación un 50% menos que los trabajadores del resto de sectores.
Medidas como esta son aplaudidas dentro del sector puesto que de no garantizarse el relevo generacional la consecuencia sería la deslocalización. “No podemos permitirnos dejar marchar a más gente. No encontrarás países desarrollados que tengan a su población concentrada en tres o cuatro ciudades y el resto del territorio prácticamente despoblado”, alerta el presidente de la CCAE.
que opináis de la situación económica de España desde el punto de vista agroindustrial
ResponderEliminar